jueves, 8 de marzo de 2007

Capitulo 9: Revelaciones (relata Egro - dibuja Laky)

Me encuentro en un lugar oscuro, como un bosque, la luz de la luna llega al piso representada en varas plateadas que parecieran apuntalar el techo negro que forman los árboles. Una especie de niebla se asemeja a una alfombra, animada, en cámara lenta. El frío me obliga a frotarme las manos, llevarlas a mi boca y emanarle mi aliento cálido.
Comienzo a caminar, no podía quedarme ahí, veo una luz detrás de unos arbustos, me acerco, el frío es insoportable, oigo jadeos, a medida que me acerco a la luz los gemidos se acentúan, hay una especie de pared, me asomo, para mi gran sorpresa veo dos cuerpos brillantes, sobre una mesa, musculosos, húmedos, con movimientos sincronizados, o sea, estaban cogiendo. Trato de que no se enteren y vuelvo al bosque, a la oscuridad, de repente todo se ilumina, era un estudio de grabación, de atrás de la pared me llaman, voy, Ricky Martin estaba parado junto a la mesa, detrás de ella se vestía Carlos Mata. Ricky me mira, pone un pie sobre un banquillo y se toma el jopo con toda su mano, una música comienza a sonar y él canta: “Fuego contra fuego es amarfuego del que no puedo escapardonde nadie oye mi vozallí te espero yo”
Y se va hacia una puerta con una estrella con su nombre abajo, Carlos Mata se sienta en un rincón, se tapa la cara con las manos y comienza a llorar. Despierto, aún estoy debajo de la mesa, me duele muchísimo el cuello, veo al hombre en el mostrador, lleva una bandeja con tazas y medialunas hacia una mesa donde están sentados Moisés, Alejandra y Marcos, salgo de la mesa y voy hacia ellos.
- Egro, buenos días, no te cambiaste todavía – me reprochó Alejandra.
- No, ahora vuelvo – fui al baño y me puse la ropa que me había traído Alejandra, hasta un sobretodo parecido al mío me trajo, esa muchacha comenzaba a agradarme.
Volví a la mesa y comencé a desayunar.
- ¡49 medialunas y sólo me dejaron una! – grité furioso.
- Lo que pasa es que Marcos tiene un hambre voraz, se comió 20, Moisés 10 y yo 3 – me explicó muy naturalmente Alejandra.
- Aún faltan 15 – dije muy perspicaz y usando mis cualidades matemáticas.
- Las tengo en el bolsillo, para el camino – respondió Moisés, no dije nada porque sospechaba que al mínimo movimiento, Marcos reaccionaría.
Tomé mi café con leche, otra vez helado, dejé la medialuna para el último ya que no podía mojarla en la repugnante bebida, me relajo y la tomo con la mano izquierda, Marcos suelta un gruñido y dejo caer la medialuna, antes que toque la mesa el mastodonte la agarró y se la llevó a la boca, yo me estaba cansando.
Me siento en una mesa que al frente tenía un televisor que no dejaba de pasar publicidad de venta telefónica, el conserje me dice que me baje de la mesa, que me siente en la silla, no dejo de pensar en mi sueño ¿Que tenía que ver el fuego? “Dónde nadie oye mi voz, allí te espero yo” de repente algo me iluminó, prendieron los reflectores del escenario, me quemaban la frente, me alejé hacia el parque, Marcos trataba de atrapar una mariposa, Moisés se para a junto a mí comiendo una medialuna, ni se me ocurrió pedirle, era como los perros con la comida.
- ¿Podés creer Moisés? Este tipo parece un perrito faldero y después, de noche se vuelve una bestia.
- Si, pero conmigo es piola, hasta que lo meten en la pieza esa.
- ¡Esperá! Fuego de noche, nieve de día ¡Ricky Martin me hablaba de este tipo!
- Toma Egro, una medialuna, te estás cagando de hambre y ya empezás a hablar otra vez de Ricky Martin.
- ¡No boludo! En serio, y en la pieza esta solo, a prueba de sonidos, donde nadie oye mi voz, allí te espero yo. ¡La Remolacha está en la habitación de Marcos!
Moisés comenzó a empujar una medialuna en mi boca, me ahogaba, me daban arcadas, pero la revelación que tuve me provocaba una gran y constante sonrisa.
Corrí al salón.
- ¡Alejandra! ¡Ya se donde está la remolacha! – grité eufórico y tomándola de los hombros.
- ¡No me digas! a que descubriste que está en la habitación de Marcos. – me contestó la hija de puta.
- ¡¿Cómo?! ¡¿Vos ya lo sabías?!
- Si tonto, todos lo sabemos, el problema es saber como hacer mañana a la noche, exactamente a las 23:37 se revela la clave, el problema no es el lugar, es como hacemos para entrar y ver la luz, a esa hora Marcos está insostenible, ni mis pechos ni los de la Cicciolina pueden contenerlo.
- O sea que no me sirvió de nada fijarme en mis sueños.
- Si, lo que pasa es que no te fijaste en la totalidad del mensaje.
Me fui frustrado, nuevamente al parque, Marcos seguía jugando con la mariposa, empezaba a esconderse el sol y él se ponía más agresivo con el pobre animalito, de repente Alejandra salió con su padre, se levantó la remera y el gigante se paralizó, lo llevaron atrás del hotel y yo no paraba de pensar en mis sueños.
- ¡Egro! ¡Vienen autos de Moralez! – gritaba Moisés que venía de la entrada del hotel.
Corrimos hacia atrás del hotel, pasamos al lado de la habitación de Marcos, era tenebrosa, una caja gigantesca de acero, no podía creer que estuviera ahí dentro, me daba un poco de lástima. Comenzamos a subir la montaña, ya me estaba cansando de subir montañas, hacía 3 años que no jugaba al fútbol ni hacía ejercicios. Moisés iba delante de mí, yo miraba hacia atrás cada segundo, lo que provocó que una rama que soltó Moisés me pegara en la frente y me tumbara, me levanté pensando que ya eran varias las que le debía cobrar a este petizo que me acompaña a todos lados. La tierra comienza a temblar, los dos caemos al piso, entre nosotros se levanta, de debajo de la tierra, una torre de piedra, de aproximadamente 5 metros, no podíamos creerlo. La roca tenía un hueco abajo, veía a Moisés del otro lado, trato de pasar para el otro lado pero en lugar de aparecer junto a Moisés, caí en un campo lleno de flores, esto era asombroso, a los pocos segundos Moisés salió de otra roca, muy parecida a la de la montaña. Estábamos a salvo, el problema es que Moisés es alérgico, su cara comenzó a hincharse, su voluminosa nariz parecía una cascada verde, comenzaba a respirar con dificultad, yo traté de ayudarlo pero no sabía que hacer, parecían kilómetros y kilómetros de flores. Decidí que no valía la pena escapar para que Moisés se me muera ahí, entonces lo arrastré y lo metí de nuevo en el hueco de la roca, me metí yo y asombrosamente, aparecimos en una especie de sótano, la diferencia era que en lugar de una roca había un horno, lo bueno es que Moisés comenzó a respirar más cómodamente. Me acerco a la escalera, cuando estoy por subir se me cruza una cucaracha por el primer escalón, doy un salto hacia atrás y piso un rastrillo, este me pega en la nuca y tropiezo, me doy vuelta para amortiguarme con las manos pero no me dio el tiempo y pegué con los dientes en un cajón de madera, Moisés no tenía fuerzas, pero se las ingenió para largar una muy forzada carcajada, intento levantarme y al apoyar la mano se me sube otra cucaracha, soy cucarachofóbico, así que salté, el bicho se me metió en la remera y comencé a sacudirme desesperadamente, los escalofríos reinaban mi cuerpo, tomé una madera y comencé a pegarme en la espalda, el dolor no era nada en comparación con el asco que sentía, la cucaracha cae al piso, la aplasto con la madera y quedo susceptible, muy susceptible, tanto que me toca un hilo que estaba atado en una viga de madera en el techo y yo grito, se enciende una luz al final de la escalera. Con todo el temor del mundo me siento junto a Moisés, vemos una sombra que comienza a bajar, era indescriptible, no era una sombra humana, cuando veo los pies me doy cuenta que eso no era normal, gigantescos, doblaban al límite los escalones de gruesa madera, Moisés me pellizca una gamba y yo le pego con el codo en la pera, esa cosa emitía un ruido agudo, punzante. A medida que iba bajando aparecían más pies, ya iban seis, el temor me devoraba, miré el horno, teníamos que volver a meternos, traté de levantar a Moisés y una especie de cacerola cayó al suelo, el sonido agudo se hizo más fuerte y mi vista se comenzó a nublar, lo último que pude ver fue la puerta del horno cerrándose fuertemente y ya en la oscuridad escuche, lejana, la voz de Moisés “Egro, creo que me cagué”