jueves, 4 de enero de 2007

Capitulo 4: El Viejo y los cubiertos (relata Egro - dibuja Marcos "Laky" Luc)


Pasó el tiempo, poco a poco nos fuimos conociendo, él era tan inocente, yo era tan estúpido, y a medida que transcurrieron los años fuimos siendo tan inocentes y estúpidos respectivamente y nunca cambiamos. Moisés siempre estuvo a mi lado, siempre me acompañó, siempre se tuvo que aguantar todos mis reproches, mis chirlos en la nuca, los pedos que me tiraba en la carpa cuando nos íbamos de vacaciones, mis ronquidos, mi cara de culo al levantarme, mi cara de culo al acostarme, mi cara de culo cuando él estaba en el baño, mi cara de culo cuando… claro, ahora que pienso… no es extraño que ninguna mujer durara más de dos semanas conmigo.
No podía tolerar que Moisés estuviera tirado a unos metros de donde estaba yo, el corazón me latía tan fuerte y rápido, pero no había tiempo, tenía que ver como estaba, quizás aún había esperanzas, tenía que haberlas. Seguí avanzando, ya casi sin fuerzas, con terribles dolores en absolutamente todo el cuerpo. Dos disparos más se escucharon y sentí los zumbidos tan cerca de mí que casi dejo todo el asado que había comido en el camino, el susto casi hace que digiriera todo más rápido de lo normal e inmediatamente lo expulse por mi recto haciéndolo deslizar entre mis pantalones dejando así un sendero de desperdicios tras de mi, no soy químico, ni médico, ni nada de eso, no se nada de anatomía, ni de sistemas reproductores, ni nada, pero sí puedo asegurar que casi me cago por los zumbidos, no se, es una cuestión de sentimientos, pasó uno, pasó el otro y sentí que salía, sentí que se asomaba, llámenme fantasioso, yo sentí la caca, y si no salió fue porque alcancé a retenerla. Un tercer disparo se escuchó y me cagué, tanto retenerlo, fue algo inexplicable, salió todo antes de que escuchara el zumbido, o sea, no se si son concientes de lo que les estoy diciendo, no soy físico, ni policía, pero sé lo que es la velocidad de una bala, y yo sentí el disparo, me cagué y luego el zumbido, increíble: disparo – caca – zumbido. La única ventaja es que al salir tan fuerte hizo una especie de propulsión y yo llegué hasta donde estaba Moisés, pobrecito, ahí tirado, me tiré a su lado y me corté el codo con una quijada de vaca, no se que podría haber estado haciendo una quijada de vaca ahí, la cuestión es que me cortó, sé encontrarle la ventaja a cualquier situación, y esta me cortó y así se salieron 45 espinas que tenía encarnadas en el codo, difícil de creer, 45 espinas en el codo, ni yo lo hubiera creído, no soy cirujano ni nada de… ¡Moisés respiraba!
- ¡Moisés! ¡Estás vivo! – grité tan fuerte que espeté una flatulencia, al parecer había quedado flojo pero adentro ya no había nada.
- Si ¿Porqué no habría de estarlo? – preguntó él, parecía que no sabía qué le había pasado.
- Dejame verte ¿no te duele nada? Fijate – le decía yo mientras lo revisaba de arriba abajo.
- ¡Egro! ¡Egro dejá de manosearme!
- ¡¿dónde te pegaron?!
- en ningún lado, sentí un disparo y me tiré al piso.
- Pedazo de julepe me hiciste pegar.
- Bueno, la próxima te aviso cuando me esté por tirar al piso para protegerme.
- Así me gusta, dale que tenemos que apurarnos, aparte hay un montón de gente enojada porque este capitulo sale tarde.
Los disparos se sucedían cada vez más seguidos y cada vez se escuchaban más cerca.
Empezamos a correr hacia la primera pata de la M de la montaña, ahí debía estar el medallón y era crucial que lo encontráramos antes nosotros. Estábamos llegando y una luz me encandiló dejándome casi ciego, venía de más arriba.
- ¡Acá hay un pozo! Alguien ya estuvo acá – dijo Moisés mientras yo me refregaba los ojos y me rascaba el testículo izquierdo.
- Si, fui yo – contestó un viejito que estaba mas arriba – pero el medallón ya no está ahí.
- ¡no puede ser! – grite – tiene que estar acá, yo lo sé, y si no fuera por el pelotudo de Moisés tendríamos que ser los únicos en saberlo.
- Estaba ahí – agregó el viejo – lo saqué, se lo di a mi hijo para que se lo lleve, y no son los únicos que saben del medallón ni de lo que significa. Los templarios ya buscaban el medallón, toda la vida se buscó el medallón, y sé quien sos y porqué buscás el medallón.
- Primero – dijo Moisés – lo de los templarios ya está trillado y segundo ¿¡Cómo pudo decir tantas veces la palabra medallón por el amor del cielo!?
- Vengan, vengan a mi guarida – dijo el viejo mientras se metía en un pozo.
- Debe ser alguna especie de casa subterránea – le expliqué a Moisés.
No, era un pozo, un simple y sucio pozo, de pedo entrábamos los tres, Moisés casi se larga a llorar cuando vio un cascarudo topo, el viejo tapó con unas ramas y pidió que hagamos silencio.
- hagan silencio – dijo.
- Señor, eso ya lo expliqué en el relato, no hace falta que lo diga, aparte una frase así de corta al pedo ocupa todo un renglón y ya había dicho yo que usted había dicho que nosotros no dijéramos nada – contesté.
Unas voces se escucharon afuera del pozo.
- no se pueden haber ido tan lejos, tendrían que estar por acá señor – decía una de ellas muy cerca nuestro.
- ¡La puta madre! ¡Son unos inútiles! ¿Será posible que en esta historia también caigan en la vulgaridad de poner lacayos estúpidos junto al villano? – esa era la voz de Moralez.
- Señor disculpe, pero mi coeficiente intelectual es de 198, el de Jorge es mayor aún, somos egresados con medalla de honor de Harvard todos y cada uno de nosotros, si en vez de ponernos a pensar, a diagramar un plan o algo parecido, nos da una pistola y nos hace trepar una montaña es porque el que no es muy despierto es usted, con todo respeto se lo digo.
- ¡Buenobuenobueno! Esteeee… ¡Vuelvan a la casa! Nos vamos, hay que encontrar a esos estúpidos o por lo menos averiguar donde llevan el medallón.
Se fueron, salimos del pozo muy rápido, el viejo parecía que hacía años que no se bañaba, nos llevó a una cabaña y nos dio un cuchillo y un tenedor.
- esto fue construido con la misma plata de la que esta hecho el medallón, es muy poderoso – explicaba mientras limpiaba los cubiertos.
- Pero, el medallón, según sé, no es el que contiene el verdadero poder, sólo nos guiará hacia donde está escondido la verdadera fuente de
- ¿Alguna vez te callás la boca? – me interrumpió el viejo - ¡Y dejá de decir “me interrumpió el viejo” “dijo Moisés” “contestó Fulanito”! con estos cubiertos podrás alimentarse sin gastar dinero, su viaje es demasiado largo y llegarán a lugares que nunca imaginaron. Solo clavando este cuchillo en cualquier animal este morirá instantáneamente, perderá la piel y en su interior los órganos quedaran todos adentro de bolsitas, así como venden el pollo en las pollerías ¿Entendés?
- Si
- ¡Callate! Bueno, luego, tendrás que clavar el tenedor, esto provocará que la carne quede al punto de cocción necesario y condimentado, listo para deleitarlos con un banquete. Hay algo que deben recordar, nunca, pero nunca, lo claven en un ser humano.
- ¿Por qué? – preguntó Moisés.
- Porque los cubiertos pierden todo su poder inmediatamente al introducirse en la piel humana, aparte los van a cagar a trompadas.
El viejo nos dio los cubiertos, nos preparo unas chipacas con chicharrón en una bolsita y nos dijo que fuéramos a Bialet Masse, al cine viejo, que esta a metros de la ruta, ahí nos esperaría su hijo.
Bajamos la montaña por el otro extremo para que Moralez no nos viera, sentimos un disparo y nos escondimos, ya estabamos bastante distanciados de la cabaña, pero pudimos ver salir a dos de los hombres de Moralez “pobre viejo” dijo Moisés afligido y escupiendo migas de chipaca. Corrimos hasta la ruta, me metí en una estación de servicio y me lavé, el olor era insoportable, parece que no era el pobre viejo el que apestaba, Moisés sacó algunas cremas de enjuague y un par de preservativos de la maquina que estaba rota y salimos, teníamos que tomar un colectivo, era urgente, Moralez nos pisaba los talones.